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-Tengo que dejar de atropellar gente. No soy lo suficientemente famoso como para librarme.

Bender Doblador Rodriguez

lunes, 2 de enero de 2012

La clavada tecnológica

Para quitarnos de tanto tema relacionado con profanaciones y demás, el humilde redactor os deja con un momento remember. Que les aproveche.

Mexico, esa gran nación. En nuestros tiempos mozos, cuando el pueblo azteca invadía nuestro humilde rincón web con chorrocientas mil visitas al mes, llegamos a  redactar una noticia sobre nuestros amigos mejicanos. Sus virtudes son incontestables, pero algunos guardamos recuerdos infaustos relacionados con los chicanos, y más concretamente con la comida. La comida mejicana.

Era un apacible día de final de año cuando el sector tecnológico decidió celebrar como se merece el comienzo de las vacaciones. Nuestro amigo cuellicorto realizó unos folletos en los que venían impresas una serie de canciones traqueras (el porcentaje del contenido del tríptico era aproximadamente 45% traca a Willy, 25% traca Social, 15% traca a Di María, y el restante 15% traca variada) y todos nos encontrabamos dispuestos a despedir el año colegial insultando de forma ostentosa al conglomerado Ña, que celebraba su reunión en otro sitio. El caso es que tras una semana de intensísimo debate (riase usted de Rajoy y Rubalcaba), se decidió acudir a un restaurante mejicano situado bastante cerca de nuestro querido y ahora Twittero colegio. La comida fue abundante, el alcohol se derramaba sin remedio por la mesa, y la cena fue apacible y sabrosa. Pero tras la fartura, llegó la factura. Trescientos y pico pavos. Parafraseando al señor Americanas: "Su puta madre".

Aquello fue devastador. El camarero había llevado algunos caramelinos para hacernos más agradable la clavada, pero no surtieron mucho efecto. En medio del estupor generalizado, más de uno veía viable un "simpa" mientras Huesos se congratulaba por no haber hecho caso al camarero y haber rechazado los postres; también la cocreta roja se preguntaba quién diablos se había fajado 13 botellas de agua. Al final las cuentas ni paren ni preñen, y dejaron al respetable con números rojos y cara blanca. Mención aparte merece el filólogo teólofo que ante la falta de liquidez de algunos se ofreció a abonar lo faltante (ya le ha sido devuelto). Lo peor de todo es que los del Social habían comido bastante barato, y nos costó una serie de cachondeo fino.

Corolario:             Más vale social precavido, que Tecnológico yendo de putu



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