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-Tengo que dejar de atropellar gente. No soy lo suficientemente famoso como para librarme.

Bender Doblador Rodriguez

miércoles, 21 de marzo de 2012

Auge y caida de Tribeca Gijón

El pasado sábado entré tras unos cuantos meses en la discoteca con nombre de barrio neoyorkino que tantos momentos inolvidables ha proporcionado a este humilde blog. Un servidor no es precisamente un gran fan de este sitio, pero supuse que por entrar un ratín no me iba a pasar nada. El caso es que la impresión fue tremenda porque aquello estaba más desierto que el campo del Levante. Es cierto que es tendencioso juzgar el estado de un sitio por una simple visita puntual, pero reconozcámoslo, el Tribeca ya no es lo que era. Los tiempos de gloria de aquel glorioso rincón ya han pasado. Antes la entrada eran 5 euros, con copa de garrafón incluida y con un petazo del quince. Ahora se entra gratis, se pagan 3'50 por la copa y es el mismísimo magnate tribequero el que te sirve la copa. Un auténtico desastre.

Se que probablemente me esté pasando, y nuestro amigo mutuo en Twitter en realidad se esté bañando sobre fajos de billetes provenientes de las copichuelas que paga la peña, pero sinceramente, lo dudo. Es cierto que en fechas especiales (Carnaval) el sitio se peta mucho, y que aún se puede ver a gente entrando ahí, pero creo que los tiempos gloriosos en los que una cantidad ingente de individuos se arremolinaba ante la puerta de Tribe como si dentro diesen gorras gratis del Cajastur ha acabado. Ahora nos queda los flyers de las fiestas (¿alguno recuerda algún día en el que en tribeca no haya habido fiestuki, ya sea la fiesta del semáforo, o la de la independencia de los niños subsaharianos de Gandía?), los descuentos de un euro ya extintos, y los relaciones públicas que antes de ir a repartir flyers se van un ratito a pescar. Además el señor Magnate tribequero a decidido cortar el tiempo disponible en nuestra querida discoteca de dos formas: El primer tiempo es desde tempraneras horas de la tarde hasta las 11, momento en el que hora se requisan los zumos de arándanos, se quitan las bolas importadas del Chiquipark más cercano, y se procede a darle un toque maduro y adultJAJAJAJAJAJAJAJA, perdón, sigamos.

Tras un descanso de media horuca de preparativos, se vuelve a abrir la discoteca, pero en un ejercicio apasionante de técnicas de marketing, el señor magnate tribequero no deja entrar a hombres menores de 18 años. Un plan brillante sin duda, en tanto en cuanto los tios suelen pagar más por copas que las tías, que si entran. Algunos de los asiduos a este blog están muy quemados con tales propuestas de mercado. Luego hay muchos factores: puede serque el cierre del bar con nombre de fruta exótica quizás no haya venido bien a la discoteca con nombre de barrio neoyorkino debido a la cercanía entre estos dos sitios. También está el pureteo de algunos míticos que ahora solo se dedican a ir al bar con nombre de botella pequeña. En fin, que esto ya no es lo que era, señores.

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