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-Tengo que dejar de atropellar gente. No soy lo suficientemente famoso como para librarme.

Bender Doblador Rodriguez

miércoles, 22 de agosto de 2012

De como me libré de que me dieran el palo

Estaba yo comiendo un plato de macarrones con bonito con el telediario de la 1 de fondo cuando una noticia me llamó la atención. Se nombraban las ciudades más seguras de España, y Asturias patria querida copaba los puestos altos: Oviedo city era la segunda en la lista, y Gijón era cuarta. Me pareció algo normal, comparar el grado de gitanismo que se da en Andalucía con el de Asturias no tiene ni pies ni cabeza por muchos tanos gijoneses que te confundan con tu primo para pedirte un euro a la mínima de cambio. Así lo expresé. Claro que si hay una ley universal que se cumple en cualquier situación, esa es la ley de Murphy, y eso fue lo que me ocurrió. Por bocas.




La hora de autos era las 22:30 cuando me dirigía yo al Parchís a reunirme con el consejo de sabios. Transitaba tranquilamente Begoña, mi situación en la calle era la que se indica en el croquis que tienen ustedes debajo cuando oi una voz detrás mio a la derecha:
- ¡Eh, Eh!


Giré la cabeza para mirar quién era y no resultó ser ningún conocido, si no un miserable efebo de 1, 70 metros, no más. Obviamente me empezaba yo a oler el palo que me pretendían dar, así que seguí andando - aunque he de decir que no parecía el prototípico gitano, llevaba ropa normal y parecía de buena casa. Más asco aún si cabe - pero el churumbel me alcanzó, y entonces se produjo una situación ciertamente extraña que me ha hecho pensar en mi terrorífico poder mental con el que pienso dominar el mundo entero y buena parte de Alcobendas. Antes de que el susodicho (a partir de ahora le llamaremos "el impresentable 1") pronunciase su frase, yo, telepáticamente, ya sabía perfectamente cuales iban a ser sus palabras:

- Oye tu, dame un euro.

Abrumado por el descubrimiento de que poseo poderes telequinéticos no pude más que decirle al impresentable 1 que no tenía nada (deplorable y ignomiosa mentira, como ya intuirán ustedes) y seguir con mi camino a un paso levemente más rápido a ver si aquel efebo se iba a tomar viento fresco. Tras insistir 3 veces, el impresentable 1 tiró por la tangente y destrozó mis poderes telequinésicos, ya que no me esperaba para nada que su siguiente frase fuese: "Pues te sigo a donde vayas", a lo que aturdido, respondí: "Vale".

Supuse que la situación acabaría ahí con el impresentable 1 marchándose ya que faltaba poco para llegar a la zona transitada de Begoña y aquel mongolín no querría perder a su pandilla de guays, pero los raterillos están ahora bien equipados. Un segundo chaval (al que llamaremos impresentable 2) apareció montado en una bicicleta carilla (más asco aún) profiriendo insultos y amenazas si no accedía a darle un euro (ya que estaban podían haberme pedido más jajajaja. En fin, sigamos) Este segundo individuo era una auténtica ratilla de 1,60 de estatura y con una considerable voz de pito. Se me puso al otro lado de donde estaba el impresentable 1, así que la cosa quedó así:



Y aquí llegamos a la resolución de la historia, que fue ciertamente rápida. Llegabamos ya ante la zona transitada de Begoña y a impresentables 1 y 2 se les escapaba el euro, así que tiraron la casa por la ventana. El impresentable 2 giró la bici cortandome el paso con una maniobra rápida, así que me veía encerrado entre ambos dos. Impresentable 1 creía sin duda que yo iba a ir hacia atrás, pero el espíritu de Leo Messi se apoderó de mi, y con una finta que hubiese dejado pasmado al astro argentino me colé cual rata entre el casi inexistente hueco que habían dejado ambos. Cuando ya les había superado el impresentable 2 intentó cortarme el paso con su brazó pero le empujé y cayó a la calzada. Me fuí de allí a paso ligero mientras oía a la banda del patio tirar del tan manido "Me he quedado con tu cara, cabrón" que suelen proferir los flipaos tontomierdas. Seguro que se esperaban ustedes algúna historia más heroica pero que quieren, solo soy un humilde redactor.


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