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-Tengo que dejar de atropellar gente. No soy lo suficientemente famoso como para librarme.

Bender Doblador Rodriguez

miércoles, 20 de abril de 2011

Mis desvarios.

No sólo la croqueta roja iba a tener la potestad de desvariar por aquí, claro está. El humilde redactor se encuentra aburrido y sin mejores planes que darles la chapa a Uds, lectores ratatópicos.

Y si, el caso es que los miembros de último curso de Austchwitz tenemos la ostia de exámenes a la vuelta de las vacaciones. Y no puedo dejar de reseñar que el hijoputa que diseña el calendario es eso, un hijo de la gran puta. ¿A quien se le ocurre poner todos los exámenes después de semana santa? En vacaciones los músculos se agarrotan, la mente se embota, y el cerebro se queda en estado de stand-by. Las ganas de estudiar, ya escasas en condiciones normales, se anulan por completo y la situación es que ante los numerosos quehaceres, aparece la depresión. Si amigos, por mucho que uno sepa que tiene que hacer cosas cuanto antes, su máxima aspiración es tirarse como un asqueroso en el sofá a jugar a la play hasta que le sangren los ojos (eso por la mañana, por la tarde lo de estudiar ni se plantea, eso tiene que ser malo seguro).
Y en esta disyuntiva me encontraba, cuando me vino a la cabeza LA PREGUNTA. ¿Merece la pena estudiar? Estoy lejos de poder dar una respuesta, pero planteo la siguiente cuestión ¿es lícito que un buen hombre, un hombre honrado, se saque primaria, secundaria, haga el bachiller, esté cinco años estudiando una carrera y luego haga un master para acabar trabajando siete horas diarias como un puto negro; mientras un cani de mierda gana la lotería y no da ni chapa en su puta vida?
La sociedad está mal organizada, y lo que es peor, es una mierda, amigos ratatópicos. Por suerte aquí estoy yo para abstraeros del mundo amongolizado en el que vivís, y llevaros a la luz.
Buenas noches, y que gane el menos malo.

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